Qué fácil introducirse en la narrativa y dejarse sumergir en esas aguas desconocidas, donde todo parece y es aunque, al mismo tiempo, no es. Nada es certero y ese halo de misterio, que conduce a la cuestión constante que acompaña al protagonista durante su pequeño suceso. Ahí estamos a su lado mientras corre a la granja, se sienta en la mesa, o contempla ese estanque-océano, experimentando lo mismo que él.

Qué agradable tener una lectura con la que es tan fácil conectar. No hacen falta artificios, ni explicaciones complicadas, ni descripciones rimbombantes, todo está perfectamente equilibrado para ser una lectura rápida que te llena de confort, (porque en esa granja todo rezuma candor, calidez, ahí quien no querría hallarse).