Que salvaje, audaz y dulce usar el terror para ayudar, para concienciar y dar voz a quienes se puedan ver silenciadas. "Ojalá puedas evitar lo que me pasó, lo que te podría pasar", dice Perkins y da rabia su sufrimiento y el de todas las que como ella se vieron arrancadas de sus vidas, encerradas, invisibilizadas.

(Aún más rabia da pensar que las décadas han avanzado pero sigue habiendo esa violencia, esa ignorancia).

El resto de relatos del libro (por no centrarme en "El papel pintado amarillo") me parecieron igual de atrayentes, fáciles de caer en sus redes y ser atrapada por su narrativa. Lo devoré en un día y me quedé varios más pensando en cada historia, aún navegando en esos mares.