No sé ni cómo empezar esta reseña, porque sigo pensando qué me pareció el libro. Algunas partes estuvieron bien, pero las partes malas son muchas más. Y es que tampoco hay mucho que decir, por lo que seguro esta reseña es bastante más corta.

Empezando, la historia está contada hacía atrás. No hay sorpresa en eso, ya que todo el mundo lo sabe en este momento, y, si te quedas en esa línea del tiempo, no llegas a perderte, porque cada capítulo te ubica con respecto al anterior. El problema llega cuando mete flashbacks en esos capítulos y no sabes si lo que lees es el “presente” o un recuerdo. Por una parte, los flashbacks te ayudan a conocer a Jule, Imogen y los que las rodean; pero si haces una pausa en la lectura, puedes terminar por enredarte en la historia. Además, en otros momentos, algunas escenas parecían innecesarias, o simplemente eran para mostrarnos lo retorcido que puede llegar a ser el personaje, pero no era mucho más allá, porque ya te han mostrado otras escenas iguales.

Esto solo hace que lea el libro más por la curiosidad de saber cuál es la mentira y cuál la verdad, el saber qué es lo que tengo que descubrir, pero, con los datos que nos dan, se vuelve un poco obvio qué es lo que pasó, así que ese gran “BOOM” no lo es tanto. Y ya solo me quedaba llegar al final para saber qué pasaba después de lo que nos muestran al inicio, y fue un “meh” muy grande.

De los personajes no sabría qué contar sin llegar a hacer spoiler, porque el punto de este libro es ir conociéndolos poco a poco para ver cómo son en verdad. Solo podría decir que ninguna me gustó, me parecieron unas manipuladoras de primera, y no me dieron ninguna razón para justificarme lo “malas” que son.

En resumen, a pesar de saber que a muchos no les gustaba este libro, me terminó igualmente decepcionando. La historia la sentía un poco plana, solo con alguna que otra sorpresa pero sin llegar a ser demasiado sobresalto.