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Recopilaci�n de 8 cuentos de Horacio Quiroga en los que aparecen los temas recurrentes en su obra: la muerte, la selva, la dif�cil relaci�n del hombre con la naturaleza y con sus cong�neres. La maestr�a en el relato de Quiroga hace de todos ellos peque�as joyas, dotando a sus personajes en pocas p�ginas y con un lenguaje sencillo, de unas psicolog�as complejas. Este maravilloso libro incluye los siguientes relatos: - El regreso de Anaconda, Los desterrados, Van-Houten, Tacuara-Mansi�n, El hombre muerto, El techo de incienso, La c�mara oscura, Los destiladores de naranjaHoracio Quiroga (Uruguay,1878 - Argentina,1937) fue un cuentista, dramaturgo y poeta. Fue el maestro del cuento latinoamericano, de prosa v�vida, naturalista y modernista. Sus relatos, que a menudo retratan a la naturaleza bajo rasgos temibles y horrorosos, y como enemiga del ser humano, le valieron ser comparado con el estadounidense Edgar Allan Poe.La vida de Quiroga, marcada por la tragedia, los accidentes y los suicidios, culmin� por decisi�n propia, cuando bebi� un vaso de cianuro en el Hospital de Cl�nicas de la ciudad de Buenos Aires a los 58 a�os de edad, tras enterarse de que padec�a c�ncer de pr�stata.Seguidor de la escuela modernista fundada por Rub�n Dar�o y obsesivo lector de Edgar Allan Poe y Guy de Maupassant, Quiroga se sinti� atra�do por temas que abarcaban los aspectos m�s extra�os de la Naturaleza, a menudo te�idos de horror, enfermedad y sufrimiento para los seres humanos. Muchos de sus relatos pertenecen a esta corriente, cuya obra m�s emblem�tica es la colecci�n Cuentos de amor de locura y de muerte.Por otra parte se percibe en Quiroga la influencia del brit�nico Sir Rudyard Kipling (Libro de las tierras v�rgenes), que cristalizar�a en su propio Cuentos de la selva, delicioso ejercicio de fantas�a dividido en varios relatos protagonizados por animales. Su Dec�logo del perfecto cuentista, dedicado a los escritores noveles, establece ciertas contradicciones con su propia obra. Mientras que el dec�logo pregona un estilo econ�mico y preciso, empleando pocos adjetivos, redacci�n natural y llana y claridad en la expresi�n, en muchas de sus relatos Quiroga no sigue sus propios preceptos, utilizando un lenguaje recargado, con abundantes adjetivos y un vocabulario por momentos ostentoso.Al desarrollarse a�n m�s su particular estilo, Quiroga evolucion� hacia el retrato realista (casi siempre angustioso y desesperado) de la salvaje Naturaleza que le rodeaba en Misiones: la jungla, el r�o, la fauna, el clima y el terreno forman el andamiaje y el decorado en que sus personajes se mueven, padecen y a menudo mueren. Especialmente en sus relatos, Quiroga describe con arte y humanismo la tragedia que persigue a los miserables obreros rurales de la regi�n, los peligros y padecimientos a que se ven expuestos y el modo en que se perpet�a este dolor existencial a las generaciones siguientes. Trat�, adem�s, muchos temas considerados tab� en la sociedad de principios del siglo XX, revel�ndose como un escritor arriesgado, desconocedor del miedo y avanzado en sus ideas y tratamientos. Estas particularidades siguen siendo evidentes al leer sus textos hoy en d�a.Algunos estudiosos de la obra de Quiroga opinan que la fascinaci�n con la muerte, los accidentes y la enfermedad (que lo relaciona con Edgar Allan Poe y Baudelaire) se debe a la vida incre�blemente tr�gica que le toc� en suerte. Sea esto cierto o no, en verdad Horacio Quiroga ha dejado para la posteridad algunas de las piezas m�s terribles, brillantes y trascendentales de la literatura hispanoamericana del siglo XX.
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