Él es el heredero del parque de atracciones en el que ella trabajaba. Se verán obligados a colaborar... aunque se odien con todas sus fuerzas. Aunque Rowan no quiere tener nada que ver con la empresa de su familia tras la muerte de su padre, se verá forzado a tomar las riendas de la compañía. Allí conocerá a la chica que le obligará a replantearse todo sobre sí mismo y su vida. Tras la muerte de su abuelo (un genio creativo y magnate con ecos de Walt Disney), Rowan se verá nombrado director de Dreamland, el parque de atracciones que fundó su familia. Aunque él no quiere tener nada que ver con ello, deberá asumir el cargo si quiere acceder a la herencia. Zahra es brillante y creativa, y cuando Rowan lea su propuesta la incluirá sin dudarlo en el proyecto para reestructurar el parque de atracciones. Para evitar el conflicto de interés, Rowan se ocultará tras un alias para poder trabajar codo con codo con Zahra. Aunque sean polos opuestos y se odien, ambos respetarán el talento del otro y poco a poco irán enamorándose. Sin embargo, Zahra se encontrará en una encrucijada entre dos chicos que nada tienen que ver: su jefe, arrogante pero brillante, o ese compañero anónimo que no conoce, que es tierno y cariñoso.